Érase una vez una niña llamada María. La noche de los santos fue con su familia a celebrarlo. Primero fueron a ver una película de terror. Después fue con su familia al cementerio a rezar. Allí había unos niños celebrando Halloween. Ellos les gastaron una broma. Primero se disfrazaron de monstruos y todos se murieron del susto. Cuando llegaron a casa se acostaron, y María entró en una terrible pesadilla...
En el sueño ella estaba en el cementerio. A llí había calabazas mutantes que hablabn, momias saliendo de sus tumbas, monstruos... María intentó salir de allí pero había un terrible laberinto lleno de vampiros, y no podía pasar. En la otra punta del cementerio oyó gritos y fue a ver lo que pasaba. Allí encontró una puerta y entró.
-¿Ay alguien ahí? Preguntó María
Nadie contestó y siguió andando
¿Quien anda ahí? Gritó una fantasmita
-Soy María y no te voy a hacer daño, ¿ que te pasaba?
-Estoy harta de que mi padre el rey de los fantasmas no me deje asustara gente como todos los fantasmas . me trata como si fuera un bebé.
-No te preocupes vamos a buscarlo.
Pasaron por un laberinto sin salida, allí había calabazas, momias, vampiros, fantasmas... Pero no encontraron a su padre por ningún lado.
Siguieron buscando, pero no lo encontraron. Pasaron unas oras y oyeron pasos a sus espaldas, miraron y ... ¡Era su padre!
-¿Porque me sigues? Preguntó la fantasmita
-Tenía miedo a perderte
-NO tienes porqué tener miedo ella ya es mayor y sabe cuidarse sola. Dijo María
-Tienes razón. Dijo el padre. Lo comprendo, anda vamos a comer gachas terro-dulces.
-¿Que?. Preguntó María
-Tu come y calla
Llegaron al el monstruo-bar y se las comieron. A todos les encantaron. De repente María despertó del gran sueño.
¡Mamá Papá! he tenido una pesadilla donde aparecían momias fantasmas... pero lo único que me apetece son gachas terro-dulces.
-¿Qué? Preguntó la madre
-Nada, quería decir ¡gachas dulces!
FIN